Y es raro cuando el nuevo cachorro entra a tu casa. Claro que lo quieres y la atención que le brindas es genuina y auténtica, pero el fantasma del otro maldito perro sigue rondando, como recriminándote esa "compensación", reclamando un espacio que ambos dejaron y que se llenó porque pareciera que tuvo que hacerse. Es entonces cuando se ensucia una conciencia que está limpia e inevitablemente te sientes culpable.
Creo que es obvio que lo de "clavo saca a otro clavo" no funciona. Con mis perros no lo hizo.
Ni se diga con las demás relaciones.
(Ay, güe)
(Ay, güe)
1 comentario:
Descanse en Paz Moñoñito, Mi primer amor perruno.
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