sábado, 15 de marzo de 2014

Siguiendo a mi nariz

Me encontraba distraído caminando en contra del viento por la calle, miraba el cielo, volteaba a los lados. Caminaba pensativo con la cabeza hacia abajo, miraba mis pies avanzar uno sobre otro, cuando de pronto un dulce y tenue aroma de mujer llamo mi atención, alce lentamente la mirada y ahí estaba, una bella y joven figura de mujer caminando a unos cuantos metros delante de mi.

El viento volaba su cabello y el sol lo destellaba en múltiples filamentos color castaño,  bendito era el viento que me traía aquel aroma, como si lo transportara de su cuello a mi nariz.

De inmediato me invadió la curiosidad de saber como era su rostro, una mujer con aquella figura y aquel aroma debería de tener un rostro que entonara con su andar.

Así que la decisión de apresurar el paso  se tomo instintivamente, cuando llegara a la par de su camino, cuando estuviéramos hombro con hombro yo voltearía solo para saber como es su rostro. Lo que pasará después seria cosa del momento, tal vez una sonrisa o un hola, no importaba solo quería ver aquel rostro que correspondía a ese cautivador aroma.

Y ahí estaba yo en esa tarde en los primeros días de este mismo año, caminando contra el viento con aquella mujer enfrente.  Con cada paso que daba su aroma se hacia mas envolvente estaba apunto de ponerme hombro con hombro cuando de pronto ella se volteo al lado contrario mío, dando me la espalda.

Extendió sus brazos para abrazar a un hombre que para mi había salido de la nada. El me lanzo una mirada territorial y yo seguí mi camino sin saber como era el rostro de aquel aroma que me saco del ensimismamiento que llevaba con mis pasos.




Diego Aragón

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