martes, 11 de marzo de 2014

Rosas

¿Recuerdas como me levantaba a las 4 a.m solo para ayudarte con los rosales? ¿el como le hablabas a cada flor como si fuera una mas de tus hijas? ¿y como olvidar tu estruendoso "TE VAS A SACAR UN OJO" que se te escapaba cuando me veías corriendo con las pinzas que me pedías para cortar la mas bella rosa, que con devoción, la colocabas junto a la foto de Wenceslao? Yo era dichoso en ese jardín.

Era una tarde de marzo, el teléfono sonó, del otro lado se escucho un simple: "Se fue". No cuestioné nada, solo dijeron "tenemos que ir a visitarla por ultima vez" y lo ultimo que recuerdo es que habíamos recorrido ya 3 horas de carretera a mitad de la noche, fue un simple parpadeo. Te entregamos Te entregaron a la tierra la cual pensamos siempre que nos pertenece, y no es así, le pertenecemos nosotros a ella, nos reclama para que la vida siga su curso natural, y esta vez, te tuvo que reclamar a ti. Antes de que la luz se esfumara para siempre de tu lecho dejé una de tus preciadas rosas junto a ti; la corté exactamente como tu lo harías (o por lo menos lo intenté), le dejé el tallo largo (no tan largo), no le quité las espinas (no hay que lastimarlas mucho) y le pedí perdón por cortarla (ellas también sienten dolor, pero no más que el que yo sentía en ese momento). Vi como la rosa se iba perdiendo entre terrones de tierra llevando el duelo en silencio.

Pasaron los años, y vi como esos rosales en los que depositaste un trozo de tu alma, entre los cuales fui feliz morían lentamente, al igual que mi inocencia. Odio crecer.


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